Museo Manuela Saénz
En un recorrido por el museo se
puede conocer la vida de la heroína quiteña entrelazada con los grandes héroes
de la independencia, Bolívar y Sucre. Manuelita, considerada como la mujer de
América, ella que cabalgó los Andes buscando la libertad de nuestros países y
que decía: “Mi patria es América, he nacido bajo la línea del Ecuador”, ahora
cabalga por la historia desentrañando la verdad de un pasado glorioso.
Remontarse al pasado, redescubrir
su pensamiento, encontrar la lealtad y el compromiso que le llevó a decir “La
historia no se la cuenta, se la hace”… es nuestro compromiso.
Desde los ventanales del museo,
hacia la calle Junín, se observan los altos y blancos muros del convento que
aún preservan la vida monástica de las monjas de Santa Catalina. Tras esas
paredes, Manuela creció bajo la tutela de las religiosas durante sus primeros
cuatro años, por encargo de su padre Simón Sáenz.
En 1988, el comerciante
industrial Carlos Álvarez Saá adquiere la casa y durante cuatro años trabaja en
su restauración, respetando en gran medida la estructura y materiales
originales.
Historiador y coleccionista por
vocación, Álvarez decide exponer una amplia colección de armas, monedas, arte
religioso y un sinnúmero de documentos y objetos que pertenecían a su admirada
Manuela.
Ana María Álvarez es parte de la
segunda generación que se dedica a cultivar en los jóvenes y adultos el
conocimiento de la Caballereza del Sol, quien un 16 de junio de 1822 tejió una
corona de rosas y laureles para recibir a Simón Bolívar, El Libertador, como
ella lo llama en sus epístolas.
“Fue un cruce de miradas entre
Bolívar y Sáenz lo que cambió la historia de América Latina y avivó la causa
libertaria”. Álvarez aseguró que Bolívar no fue el único extranjero que se dejó
conquistar por el apasionado fuego que late en las pupilas de las quiteñas.
Una colección de pinturas, cuyos
originales se conservan en la Sociedad Bolivariana, recogen importantes
momentos en la vida de Manuela.
En la siguiente habitación, sobre
el entablado de madera que cruje con el caminar de turistas nacionales y
extranjeros que visitan el museo, están los muebles que pertenecieron a Antonio
José de Sucre y a la Marquesa de Solanda. En los corredores, la mirada de más
de una quincena de santos católicos acompañan a los visitantes en el recorrido.
Son parte de la colección de arte religioso.
En el segundo piso, 27 Cristos
pertenecientes a la Escuela Quiteña se muestran como evidencia de las
habilidades de los primeros artistas locales, entre los que destaca la perfecta
anatomía de tres Caspicaras. El tallado de la madera, los materiales utilizados
y el delicado encarnado se observan a través de las capas desgastadas de una de
las esculturas.
Monedas americanas con perfiles
que miran a España y otras europeas que miran hacia América se exhiben junto a
decenas de armas de fuego, espadas y sables. Álvarez trabaja en una
investigación para profundizar en la historia de cada moneda de la colección.
Dos bayonetas que se utilizaron
en la Batalla de Pichincha, con la cual se selló la independencia quiteña,
escoltan un cuadro con la imagen de una joven Manuela que aún tiene la mirada
clavada en El Libertador, quien viste un traje militar cubierto con una
brillante capa azul.
Dirección: Junín y Montufar
Horario: lunes a domingo de 10h00 a 16h00
Precio: adultos $4/niños $1/estudiantes $1,50/adultos mayores $2
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